Hay momentos en la vida en los que hay que "morir" un poco para volver a renacer...desprendernos de todo lo que ya no nos sirve, lo que ya no va con nosotros, lo que ya no nos "encaja" con lo que somos en ese momento...es como el cambio de piel en las serpientes, pero desde el interior, desde nuestra alma...
Todo lo que nos pasa nos afecta y nos cambia de alguna manera hasta el punto de que si miramos atrás ni siquiera reconocemos a la persona que éramos hace un año o incluso, hace un mes...
A veces es un proceso doloroso...solemos resistirnos a cambiar, nos da miedo...pero la vida es eso, lo queramos o no...cambiar, evolucionar, aprender, desaprender, desprendernos...
Podemos elegir cambiar y ver que es lo que la vida quiere que aprendamos de cada situación o podemos seguir en "piloto automático" en esa vida "ocupadísima" llena de trabajo, ocio, obligaciones, etc que nos hemos creado para "vivir anestesiados" y tener la excusa perfecta para no detenernos y mirar que es lo que tenemos que cambiar, podemos mirar hacia otro lado, ignorar los mensajes de nuestro cuerpo que nos avisa de que tenemos que hacer algo con respecto a nuestra forma de vida (trabajo, relaciones, obligaciones, miedos, culpas, ...), que tenemos que parar y ser coherentes con lo que de verdad queremos hacer y nos hace felices...
El precio de no escuchar a nuestro cuerpo es siempre el mismo, la enfermedad...primero son molestias, luego dolores y luego todo el cuerpo empieza a fallar...
Tomar conciencia de ello es el primer paso, pero después, hay que ser sincero con uno mismo y tomar decisiones y acciones que nos liberen de ese estado...decidir si estamos siendo coherentes con nuestros sentimientos, siendo demasiado exigentes con nosotros mismos, si estamos dejando de hacer algo por miedo, si estamos aguantando alguna situación por "compromiso", o "porque es lo que se supone que tenemos que hacer" ...
Lleva tiempo hacer un análisis en profundidad sobre todos los aspectos de nuestra vida y de qué decisiones y acciones debemos tomar con cada uno de ellos...da vértigo a veces, pero el resultado es renovador, liberador y gratificante...sobre todo para nuestro cuerpo y nuestra salud.
Yo misma, si miro hacia atrás ni siquiera soy la misma persona que hace un mes y mucho menos la que era hace dos años cuando tomé decisiones tan drásticas como arriesgadas...a cambio, recuperé mi salud y me he convertido en quien soy hoy...con mucho que mejorar aún, pero aceptándolo como un proceso en el que disfruto del camino, me felicito por mis pequeños "avances" y me perdono por mis "fallos", más coherente con lo que quiero y lo que no, sin necesidad de impresionar a nadie ni gustar a todo el mundo, sin necesidad de convencer ni tener razón...con esa libertad que te da el decidir lo que estás dispuesto a aceptar o no con todas sus consecuencias, aceptándome yo misma tal y como soy y pudiendo así también aceptar a los demás de la misma manera sin pretender cambiarlos, respetando que cada uno es libre de vivir su vida a su manera.
En mi caso, dos años de momentos buenos y no tan buenos, en los que he he hecho cosas que nunca pensé que haría, he recuperado otras que había perdido, he conocido gente fantástica, he disfrutado de momentos tan maravillosos que valen por una vida...
Y también he aprendido...de lo bueno y de lo no tan bueno... he aprendido a darle prioridad a lo que de verdad me importa, a disfrutar de la sencillez, de dedicarle tiempo a cosas que alimentan mi alma, a dedicarme tiempo, a valorar todo lo que tengo y sobre todo a los que tengo en mi vida, a perdonarme por cometer errores, a perdonar a los demás por los suyos,...
Creo que todos necesitamos de vez en cuando una "limpieza" a fondo como hacemos con el armario de la ropa...ver qué es lo que nos vale, deshacernos de lo que "ya no es de nuestra talla", de lo que ya no "va con nuestro estilo" y "comprar ropa nueva" si hace falta... :)
Seamos cada año nuestra mejor versión, seamos nuestro propio "Iphone" último modelo... :))
Suerte a tod@s!!!